Vikas Swarup: detrás del Slumdog Millionaire

Andrea Rivera Villegas
BBC NEWS
cartel_slumdog_millionaire_012009-03-01 | Milenio semanal

Dharavi, en Mumbay, es el mayor suburbio de la India. El único lugar, quizá, donde se lleva a cabo un concurso anual de flatulencias. En Dharavi la gente sobrevive como puede en chozas diminutas y miserables. Los espacios se procuran a codazos y el mayor consejo de los ancianos es: “Nunca cruces la frontera que separa a los pobres de los ricos”.

Vikas Swarup, descendiente de una ilustre familia de abogados y actual miembro del cuerpo diplomático indio, es el autor de la novela en la cual se inspiró Slumdog Millionaire, ganadora del Oscar a la mejor película de 2008. Su título original es Q and A. En México fue traducida como ¿Quiere ser millonario? (Anagrama/ Panorama de Narrativas, 2005). En ella, el autor sitúa la tragedia de un mesero pobre de 18 años en un ambiente glamoroso de estrellas de cine y partidos de criquet, de alcoholismo y drogadicción, de niños mutilados convertidos en mendigos, de gángsters y poetas, de vudú, autismo, prostitución y hambre. La tragedia de Rama Mahoma Thomas (llamado Jamal Malik en la versión fílmica dirigida por Dany Boyle) se repite en la vida de millones de niños y jóvenes indios.

Al acertar en todas las preguntas de un programa televisivo de concursos, Rama gana el premio más cuantioso en la historia de la televisión india: mil millones de rupias. Para evitar entregarle el premio, los organizadores del concurso lo acusan de hacer trampa y lo mandan encarcelar. En la novela, es el inspector Godbole el encargado de propinarle tremenda golpiza y autorizar una cruel tortura: introducen la cabeza de Rama a una pileta de agua, le dan descargas eléctricas en los pies, lo golpean una y otra vez antes de meterle por el ano una varilla de madera untada de chile en polvo. Porque nadie en la India concede a los muchachos pobres una pizca de cerebro. Como si su única función en la vida fuera trabajar, servir a los ricos y darles todo cuanto tienen: su infancia, su sexo, sus ojos, sus manos, sus piernas; sin importar quiénes lo demanden: padres, sacerdotes, directoras de casas hogar juveniles, familiares, padrotes o amigos.

La tragedia de Rama, levemente llevadera a través de sus esporádicas visitas a las salas de cine, es retratada también por Salman Rushdie y Vikram Seth en sus novelas. Ambos escritores describen la vida de los niños callejeros en una India independiente. En su condición de escritor y diplomático, Vikas Swarup contribuye a denunciar las condiciones de miseria, abuso sexual y explotación al tratar, esta vez, con los “hijos de la India del nuevo milenio”, conscientes, casi todos, de que el sexo no es precisamente “lo que más mueve a la gente” sino el dinero, y que la orfandad, la ignorancia y la miseria son las responsables de engendrar en ellos sentimientos de exclusión. Por eso, a lo largo de la novela se les oye decir “odio mi vida”; “cada vez que me dicen maldito indio, mi mundo soñado se hace pedazos y me veo como alguien que a través de una ventana con barrotes contempla un mundo exótico al que no pertenece”, y “por primera vez vi algo nuevo reflejado en los ojos que me miraban: respeto”.

En la India, los niños de la calle se encuentran al final de la cadena social. Por encima de ellos están los criminales de poca monta: carteristas, extorsionistas, usureros, capos, grandes empresas, policías. Todas historias sin final feliz…

En entrevista, Vikas Swarup comparte sus reflexiones en torno de esta novela —traducida a 17 idiomas—, cuyos derechos fueron adquiridos en 2005 por la productora de cine independiente de mayor éxito en Inglaterra, FilmFour, y que desde 2006 planeaba su versión fílmica.

ARV: ¿Quién es Rama Mahoma Thomas, protagonista de su novela?

VS: Él podría ser cualquier niño de la calle que limpia parabrisas de los autos en cada semáforo, el lavaplatos de algún restaurante o el joven que vende botellas de agua en alguna estación de ferrocarril. Hay millones de Rama Mahoma Thomas, no sólo en la India, sino dondequiera que haya pobreza.

ARV: ¿Qué lo impulsó a escribir esta historia?

VS: La necesidad de denunciar la opresión y la explotación de nuestros niños y jóvenes en la India. Muchas veces esa opresión se da dentro de la misma religión e, incluso, se oculta detrás de un aparente bienestar infantil.

ARV: El énfasis de la novela está en el abuso sexual infantil, ¿por qué?

VS: No es el abuso, sino la explotación lo que me interesa subrayar. Nuestra democracia en la India no será real para cada ciudadano mientras las desigualdades económicas y de salud conduzcan hacia la explotación del fuerte sobre el débil. En este sentido, podría decir que el abuso sexual de niños es simplemente un síntoma visible de esa explotación.

ARV: ¿Usted comparte la idea de Rama de que una muerte honorable es mejor que una vida de cobardía?

VS: Sí. Uno debe afrontar la adversidad en lugar de vivir intimidado por ella.

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ARV: En un momento de la novela, el mejor amigo de Rama, Salim, expresa: “Me digo que es estupendo tener ambiciones sencillas, fáciles de satisfacer, como estrecharle la mano a una estrella de cine”… Émile Cioran consideraba que entre más ambiciones se tienen, mayor es la desdicha por no satisfacerlas. ¿Qué piensa al respecto?

VS: Estoy de acuerdo. La clave para la felicidad es poner límite a lo que deseamos. Hay un famoso proverbio indio que dice: “El mendigo encuentra dificultad para hallar óbolos, pero si tú no anhelas nada, quizá encuentres una perla”.

ARV: Salim y Rama discuten acerca de lo que sería la mayor ambición en la vida, después de la belleza, la fama y la fortuna. ¿Cuál sería la suya?

VS: Ser una persona decente…

ARV: A través de sus personajes usted afirma que el pueblo indio posee “la sublime capacidad de ver el dolor y la miseria circundante sin que esto le afecte”.

VS: La apatía nunca podrá ser erradicada de una nación de mil millones de personas. Sin embargo, soy testigo también de la tremenda compasión y solidaridad que hay entre nosotros. Lo demostramos después del tsunami en 2004 y, más recientemente, en Mumbai, donde luego de las inundaciones, los disturbios políticos y los numerosos bombardeos, afuera de los hospitales había filas de personas esperando hacer donaciones a los heridos.

ARV: ¿Qué le inspiró esta trama de infancia, de manipulación, de abuso, de pobreza y de agonía?

VS: Tras haber sido un voraz aficionado a los programas de concursos transmitidos por televisión, quise aprovechar ese fenómeno internacional para hacer un llamado de atención, pero de una forma pacífica y racional. A través de internet tuve acceso a varios reportes sobre la vida de los niños de la calle, niños que nunca han leído un diario ni han asistido a la escuela. Esto me permitió yuxtaponer el formato de un programa de preguntas con la vida de un participante inusual: un camarero de 18 años sin dinero que vive en uno de los barrios más pobres y grandes de Asia. Quiero mostrar que el conocimiento no es dominio de las élites y que, incluso, un niño de la calle es capaz de poseer la sabiduría suficiente para ganar un concurso de televisión. En cierta forma, los programas de concursos me resultaron adecuados para contar la historia de una India moderna, que acompaño con una serie de historias entrelazadas. La mayoría de estas historias tiene relación con el abuso, la pobreza y la agonía debido a mi elección de crear un personaje que vive en el punto más débil de una India urbana y reflejar a través de él nuestra realidad.

ARV: ¿Mientras escribía la novela pensó que podría ser llevada al cine?

VS: No, pero podía ver mentalmente a mis personajes actuar como si lo hicieran para una película.

ARV: ¿Cree que los nuevos escritores indios continúan la tradición literaria de su país, la cual vincula un profundo espíritu religioso con el interés por lo humano?

VS: No podría hablar por todos los escritores indios, pero mi novela está ciertamente asentada en la realidad. Al mismo tiempo, los temas y emociones evocados son universales y el mensaje esencial es simple: crear la propia suerte, la del desamparado haciendo toc-toc a la desigualdad y luchando por combatirla. Vista desde esa perspectiva, mi novela podría situarse en el extremo oriental de Londres, en los barrios bajos de Nueva York o en los suburbios de México.

millionariLa magia del cine

Rubina Ali, de nueve años, y Azharuddin Ismail, de 10, las pequeñas estrellas de Slumdog Millionaire, serán reubicados desde las chozas donde viven a casas nuevas, según informó el gobierno de India. Los niños “le han traído gloria al país y deben ser recompensados”, dijeron voceros del comité de desarrollo urbano de Mumbai. Rubina y Azharuddin fueron encontrados por cazadores de talentos en su hábitat natural: los asentamientos irregulares sin calles ni servicios que circundan las grandes ciudades de India. Rubina vive en una casucha de cartón de una sola habitación junto a toda su familia, mientras que la casa de Azharuddin, cuyo padre tiene tuberculosis crónica y no siempre puede trabajar, antes colgaba de uno de los pilares de un paso a desnivel y hoy ha sido demolida, como lo fue la de Rubina hace apenas tres meses.

Ambos niños, por primera vez en su vida, podrán ir a la escuela.

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